Ofensiva verde

 Barack Obama lo tiene claro: no está dispuesto a ser por más tiempo, ni él ni su país, «rehén» del petróleo que se está agotando, «ni de países hostiles ni del calentamiento global de la Tierra». Así que ha dado la vuelta como a un calcetín a las políticas energéticas y medioambientales de su predecesor, George W. Bush.Durante la campaña, Obama prometió acabar en diez años con la dependencia del petróleo extranjero, algo que no todos creen que se pueda lograr por las buenas. La fórmula republicana era perforar las reservas submarinas de crudo frente a las costas norteamericanas. Eso pone los pelos de punta a los ecologistas. Obama ni siquiera se lo planteó ayer, cuando salió a anunciar su ofensiva «verde».
 
El nuevo presidente firmó decretos que obligarán a la industria automovilística estadounidense a reducir significativamente el consumo de combustible por kilómetro de aquí a 2011. Tienen dieciocho meses para adaptarse. Más importante aún, ha dado órdenes a la Agencia de Protección Ambiental de aceptar la larga reivindicación del gobierno de California para poder imponer un límite estatal más exigente que el federal para las emisiones de dióxido de carbono.
 
Todo un republicano como el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, no dudó en ponerle un pleito a la Casa Blanca cuando una y otra vez se rechazó esta solicitud. Schwarzenegger -al que quizás nadie confundiría con un activista de Greenpeace pero en cambio es un fiero defensor de los «derechos verdes» de su estado- escribió la semana pasada una carta a Obama pidiéndole lo que le había negado Bush. Obama firmó ayer el decreto autorizando algo así como el Estado de las Autonomías en versión «made in USA» y ecológica.Ponerse las pilasPorque la reivindicación empezó en California pero no se detuvo ahí.
 
Probablemente seguirán los pasos de Schwarzenegger no menos de trece estados, entre ellos Nueva York, New Jersey, Connecticut, Massachussets, Pennsylvania, Oregon y Washington. Todos juntos suman la mitad del mercado estadounidense para coches y camiones ligeros.
 
El nuevo presidente firmó decretos que obligarán a la industria automovilística estadounidense a reducir significativamente el consumo de combustible por kilómetro de aquí a 2011. O sea que Detroit ya se puede poner las pilas. «Se acabaron los días de remolonear para tomar estas decisiones, mi gobierno no sólo no negará las evidencias sino que se guiará por ellas», advirtió ayer Obama, rotundo. Su declarado objetivo es poner las bases de una «economía energética» no sólo respetuosa del medio ambiente, sino que crezca en complicidad con él. Por ejemplo, la idea es que la investigación y los ajustes necesarios para hacer frente a los nuevos estándares ecológicos generen millones de puestos de trabajo.Otra cosa es cómo hacer frente a los retos energéticos del día a día mientras se alcanza el ideal «verde».
 
Si Obama persiste en su negativa a recurrir al petróleo norteamericano submarino, algunos expertos apuntan que tendrá que echar mano de la energía nuclear. Ésa sería la letra pequeña del contrato.También ayer la secretaria de Estado, Hillary Rodham Clinton, oficializó el nombramiento como embajador del cambio climático de un viejo conocido de la Administración Clinton, Todd Stern. Stern coordinó de 1997 a 1999 la Iniciativa Global sobre el Cambio Climático y representó a la Casa Blanca en las negociaciones del Protocolo de Kioto, que Estados Unidos no pudo suscribir por falta de apoyo del Congreso, entonces bajo control republicano.
 
Colaboradra eliz<abeth Genesca
Fuente abc.es

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