El calentamiento afecta a toda la Antártida

Hoy, la revista británica Nature pone fin al confuso debate sobre la
temperatura de la Antártida con un estudio que afirma que el continente
austral, en su totalidad, también se está calentando.

Parecía una extraña excepción: todo el globo se calentaba menos la
Antártida. Durante años, los escasos datos que tenían los científicos para
calcular las variaciones de temperatura en todo el continente antártico
indicaban que, salvo la pequeña península que apunta hacia Chile y
Argentina, la Antártida se enfriaba, desafiando la tendencia al
calentamiento en el resto del planeta.

Una cosa era cierta en el anterior debate: la Antártida oriental,
aproximadamente la mitad este del continente, se enfrió en los años 80 y 90.
Un importante estudio publicado en la estadounidense Science en 2001 dio con
la clave de este enigma. La pérdida de ozono -por el agujero debido a la
emisión humana de aerosoles- enfría la estratosfera, lo cual hace que
fuertes vientos rodeen la Antártida, impidiendo que las masas de aire de
latitudes bajas, más cálidas, alcancen el interior del continente.

Pero una nueva técnica de medición más completa, desarrollada por Eric
Steig, de la Universidad de Washington en Seattle (EEUU), y colegas, con la
ayuda de la NASA, ha mostrado que la destrucción de la capa de ozono sólo
afectó a la Antártida Oriental. Afectó, en pasado, porque incluso la mitad
este del continente está volviendo a caldearse -con la recuperación del
ozono- en la actualidad, volviendo a la tendencia que siguió hasta los años
80.

La nueva técnica estadística desarrollada por Steig y colegas combina las
mediciones por satélite (infrarrojos térmicos) y los datos recogidos de las
estaciones meteorológicas, con series que se remontan a hace 50 años (al
primer Año Geofísico Internacional, en 1957). Hasta ahora, las valoraciones
de temperatura en la Antártida se basaban sólo en la información que daban
las estaciones meteorológicas, casi todas situadas en la costa. Poco decían,
en realidad, sobre el interior del continente, donde, además, hay muy poca
presencia de científicos.

Calor en la Antártida Occidental
Pero los autores del estudio descubrieron que los datos de las estaciones
meteorológicas coincidían con los datos de satélite, por lo que decidieron
utilizar estos últimos para deducir las variaciones de temperaturas en las
zonas del interior sin estaciones meteorológicas.

Los resultados indican que no sólo la Península, como se creía hasta ahora,
sino también la Antártida Occidental, han registrado un aumento
significativo en la temperatura del aire desde 1957 (de más de 0,1ºC por
década en esta última). Esta vasta región apareció incluso con un mayor
calentamiento que la Península, y es de hecho la más susceptible de perder
sus plataformas de hielo (extensiones de hielo continental que se adentran
en el mar), como está ocurriendo con la plataforma Wilkins -ésta, en la base
de la Península-, y como ha ocurrido con otras nueve en estos 50 años.

Así, el calentamiento de la mitad oeste del continente ha sido tal que
supera el enfriamiento durante 20 años de la mitad este, por lo que, en
total, el balance ha sido positivo, es decir, de calentamiento en estas
cinco décadas. Según Steig, la pérdida de hielo marino en la costa de la
Antártida occidental ha hecho que ésta se caliente más que la Antártida
oriental.

La pérdida de hielo marino tiene dos efectos sobre el clima. Primero, el
agua del mar se vuelve mucho más cálida que el aire, por lo que la atmósfera
se calienta. En segundo lugar, un mar sin hielo tiende a provocar tormentas,
las cuales arrastran el aire cálido del norte hacia la Antártida Occidental.
«No es muy distinto del calentamiento de la costa occidental europea durante
el invierno. El aire cáildo de latitudes bajas, junto con las relativamente
cálidas aguas del Atlántico Norte, tienden a mantener cálida la costa
europea en comparación con la costa este de Norteamérica», añade Steig.

Diferentes mediciones
Como glaciólogo, Adolfo Eraso, de la Universidad Politécnica de Madrid,
apoya los resultados de Steig. «¡Por fin, cuánto me alegro!», responde a la
noticia del estudio. Eraso lleva nueve años con el proyecto Glackma midiendo
cada hora en determinados periodos de tiempo la descarga de los glaciares
tanto en el Ártico como en la Antártida (para lo cual mete, a sus setenta y
tantos años, sus pies descalzos en aguas de cero grados, «ni frío ni
calor»).

«Los resultados dependen mucho de dónde se tomen las medidas», puntualiza.
«En la zona alta de un glaciar, que es donde se suelen hacer las mediciones,
a menudo la masa que se gana suele ser superior a la que se pierde. Pero en
cotas más bajas... ¡se está perdiendo más masa de la que se gana!»,
enfatiza.
En el futuro a corto plazo, Steig considera que también la Antártida
Oriental sufrirá el mismo grado de calentamiento que el resto del
continente. «A mediados de siglo, los esfuerzos por reparar la capa de ozono
empezarán a tener sus resultados y tal vez se consiga hacer desaparecer el
agujero. Si es así, toda la Antártida se calentará al mismo ritmo que el
resto del planeta», concluye.

Fuente: Nature

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