
Ésta es una de las conclusiones del estudio elaborado por el equipo de científicos del museo, que lleva más de cinco años analizando la contaminación acústica del mar y los efectos perjudiciales que puede tener en los animales que alberga.
El biólogo experto en zoología Manuel Castellote, que ha dirigido el estudio, ha explicado a EFE que la investigación comenzó en el año 2003 en mar abierto, en el Ártico, de donde proceden estas belugas, y que allí analizaron la contaminación acústica que la actividad humana genera en las aguas y cómo ello puede afectar a los animales y en la comunicación que se establece entre ellos.
Posteriormente, el estudio se centró en las dos belugas del Oceanográfico valenciano, donde los expertos observaron con sorpresa que estos animales emiten más de 600 sonidos por hora, a pesar de ocupar el tanque de agua sólo dos belugas, que en libertad viven en comunidades grandes.
Según Castellote, de los sonidos que han escuchado a las belugas, cerca de 32 están relacionados directamente con actitudes concretas de estos delfines-ballena y, de ellos, podrían corresponder a lo que los humanos llamamos palabras.
Así, las belugas del Oceanográfico -Yulka, hembra, y Kairo, macho- emiten el mismo sonido cuando están enfadadas, cuando se pelean entre ellas, cuando reclaman la atención del cuidador para que les den comida o llamando a los visitantes del museo para jugar con ellos.
Castellote, que ha recordado que a las belugas se les llama "canarios de mar", por lo que "hablan", ha mostrado su preocupación por el hecho de que si estos animales se comunican tanto, incluso más de lo demostrado científicamente hasta ahora de otros delfines o ballenas, resultarán más afectados en cautividad por la contaminación acústica marina, "que cada vez es mayor".
Fuente: Internet
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